martes, 31 de diciembre de 2013

La no-lista de mis vinos del 2013

Iba a escribir una lista sobre los vinos que más me han gustado del año, pero he visto tantas listas estos días que lo voy a posponer hasta dentro de un par de meses. Pensé por un momento en darle forma a los propósitos (vinícolas) del año que empieza, pero la verdad es que no tengo ninguno (bueno sí, el de todos los años: beber más Champagne).
Incluso estuve tentado de acabar un par de post que tengo empezados, uno de reflexiones sobre el enoturismo y otro sobre el catión plata usado como sustituto del sulfuroso. Pero prefiero dejarlos a medias, como muchas otras tantas cosas que dejé a medias durante el año. Aquel post sobre lo que la historia del vino en Australia nos enseña creo que ya no lo escribiré nunca. ¿Cómo era aquello de Ángel González de "Deja para mañana lo que podrías haber hecho hoy (y comenzaste ayer sin saber cómo)"?.
Vuelvo entonces a la idea original, a hablar de los vinos del 2013. Me resulta difícil acordarme de los vinos que he tomado sin tener que hacer uso del cuaderno de notas si no los relaciono los amigos con los que los tomé. Recuerdo mejor las situaciones que los vinos y la compañía que las notas de cata. Será que el vino está hecho para compartir.
Así que por encima de todos los vinos que bebí este año recuerdo aquella caja de 6 vinos que mi amigo Federico me mandó desde El Puerto de Santa María (sí, he salido poco de casa este año y el vino tuvo que venir a la montaña). Finos, manzanillas y amontillados buscados en diversas bodegas y tabancos de El Marco, enumeradas y mandadas hasta Peñafiel para que yo diese cuenta de ellos.
O aquel Philipponat Clos des Goisses (ay, no recuerdo la añada) que me mandó Francesc con una nota que decía que como de cochecitos de niño no entendía, me mandaba aquella botella.
Porque bueno, ha sido un año de muchos cambios. Nació Martín Platón y dejé de trabajar entre otras cosas. El niño es lo mejor que he hecho nunca y los cambios laborales a la larga siempre son para mejor. Aunque a ratos asuste un poco tener que encontrar otro trabajo tal y como están el sector y el país. Al final no va a quedar otra que empezar a pensar en hacer un vino propio. A la larga y paso a paso.
Y que ese vino esté a la altura de los amigos que me lo van a pedir. Esa es la parte difícil. Porque son muy grandes.

viernes, 27 de diciembre de 2013

Bebiendo libros y leyendo vinos: La Revolución del Vino de José Luis Louzán

Hay momentos en la vida que se impone dar un golpe en la mesa y gritar que ya está bien. Es eso lo que parece hacer José Luís Louzán (periodista y autor también del blog La Trastienda) en su libro La Revolución del Vino, editado en 2013 y ya agotado en su primera edición.
Más que un libro es un manifiesto, una barricada en mitad de la calle y una lluvia de adoquines contra el establishment. Porque este libro para José Luís es un grito contra todo aquello que está vulgarizando al vino: la tecnología, el comportamiento de algunas DO, el márketing, los críticos y un largo etcétera que atentan contra lo que hoy se denomina "vino auténtico". Autenticidad cuyo camino el autor intenta demostrar con una selección de bodegas al final del libro.






El libro es entretenido, sarcástico a ratos, ágil y merece mucho la pena. Se lee en un par de tardes y hay momentos en el que uno siente verdadera indignación ante lo que explica. No pretende ser un tratado, ni es una obra con una larga documentación. Es una conversación con una copa de vino plasmada en un libro sobre en qué se ha convertido el vino y qué debería ser realmente.
Suficientes conversaciones y discusiones he tenido por twitter con el autor para saber lo que me iba a encontrar en esas páginas. Leyéndolo, a ratos sentía que había partes que defendían la tesis de la película Mondovino y otras veces me parecía más de Alice Feiring en su The Battle for Wine and Love. Recuerdo que vi la película y leí el libro cuando era un estudiante y veía el mundo del vino en blanco y negro. Un mundo sin medias tintas donde había que decidir a qué lado de la trinchera quería estar uno. La Revolución del Vino te deja en el mismo escenario, "o ellos o nosotros". Yo a medida que aprendía, hablaba y conocía, descubrí una gama de grises y la parte buena de la trinchera enemiga. Entender sus porqués y saber que hay sitio para más de una verdad. En este libro no había sitio para los matices y se nota. Tampoco creo que fuese el momento. Las declaraciones de intenciones no necesitan matices.
Sé que habrá segunda parte. La esperamos.

martes, 10 de septiembre de 2013

Apuntes de la isla Norte de Nueva Zelanda (Martinborough)


Martinborough es un pequeño pueblo de unos 5000 habitantes en el sur de la isla norte de Nueva Zelanda. Un pueblo cuyas calles están trazadas como la bandera de la Union Jack y se unen en la plaza del pueblo y donde el Hotel Martinborough es parada obligatoria en busca de cerveza, fish and chips y hamburguesas de venado de un buen número de enólogos extranjeros que van a trabajar varios meses al año atraídos por la calidad de la Pinot Noir que allí se elabora.








Si bien fue William Bettham quien plantó las primeras vides de Pinot Noir en la zona en 1890, no es hasta los años 70 del siglo XX cuando Martinborough vuelve a considerarse una zona óptima para el cultivo de esta variedad. Fueron tres bodegas las que apostaron por ello, las tres pequeñas, artesanales, con un espíritu de cooperación envidiable y con una aspiración de hacer vino de calidad que años después se demostró acertada: fueron Martinborough Vineyards, Ata Rangi y Dry River. Pilares de lo que hoy sigue siendo la industria del vino en Martinborough: bodegas pequeñas, casi artesanales elaborando vino de calidad y con un fuerte sentimiento de cooperación. Para hacer una radiografía completa del interior de la mayor parte de las bodegas de la zona habría que añadir una profesionalización absoluta en todos los ámbitos de la producción y un respeto por la tradición borgoñesa de la Pinot Noir (respeto que no sumisión). No en vano, no hay enólogo que no haya viajado varias veces a Francia a hacer campañas y aprender del viejo mundo.







Se da la casualidad que Derek Milne, el edafólogo que colaboró en la fundación de Martinborough Vineyards estaba casado con la tataranieta de William Bettham. Pasado y presente de la zona unidos por un lazo familiar. Tras 24 añadas en el mercado los principios de la bodega siguen siendo los mismos: suelos vivos, pie franco, fermentación espontánea, no clarificación, no filtración... quizá descoloque a algún europeo despistado que cree que todo el vino del nuevo mundo es tecnológico, pero la vida consiste es que te rompan los esquemas cuanto más a menudo mejor. De las varias etiquetas de Pinot que sacan al mercado, la Te Tera sobresale por su calidad precio, la Reserve Pinot sólo se embotella en las mejores añadas, la Burnt Spur es de un sólo viñedo, de suelos más pesados que el resto y la Marie Zelie es una edición limitada, especial y bastante cara. Como anécdota, en marzo del 2011 durante una cata a ciegas en California, una botella de Martinborough Vineyard Pinot Noir 1998 fue declarada "World's Twenty Best Pinot Noirs", superando entre otros a un Domaine de la Romaneé Conti La Tache 1990. Además de Pinot, elaboran algo de Chardonnay.

La segunda de las bodegas pioneras es Dry River. Fundada en 1979, hoy en día poseen alrededor de 12 hectáreas repartidas entre Pinot Noir, Syrah, Gewürztraminer, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling, Pinot Gris y Viognier. No hace falta explicar lo pequeñas de sus elaboraciones (de Pinot Noir no elaboran nunca más de 12.000 botellas y en total suman 35.000 botellas anuales), que junto con su fama hace que sea la bodega con los precios más altos de todo Martinborough. La enóloga Katy Hammond (el número de mujeres al mando de bodegas es también superior al viejo mundo) mantiene la idea de mantener al máximo las características de cada terroir, por lo que la intervención en bodega es mínima. De Pinot Noir tienen tres fincas: Dry River, Craighall y Lovat, de una media de 20 años de edad, con predominio del clon UCD5 (al 80%, el resto son 10/5 y Dijon). Utilizan un 15% de racimo sin despalillar, maceración prefermentativa en frío de entre 5 y 7 días y una crianza de un año en barrica, de las cuales un 25% son nuevas. Pero si uno de sus vinos fue el que me más me sorprendió fue su Riesling de vendimia tardía. Espectacular.



Ata Rangi es la bodega de Martinborough que más reconocimiento ha recibido en el exterior. Fundada en 1980, su primera añada en el mercado se remonta a 1985, de uvas procedentes de Pinot Noir del clon Abel. Hoy en día Ata Rangi utiliza uvas procedentes de 75 viñedos distintos que suman 35 hectáreas, algunos de los cuales tienen 30 años de vida que con los que se elaboran tres vinos distintos de Pinot Noir: el Ata Rangi, el Crimson, de perfil más bajo y precio más accesible, y el McCrone Vineyard, que desde 2007 es su primer vino de un solo viñedo. Tras la fama de sus Pinot suelen quedar olvidados su Craighill Chardonnay y su Ata Rangi Sauvignon Blanc. La producción total asciende a 180.000 botellas.








Palliser Estate se fundó algo más tarde que las bodegas de las que he hablado hasta ahora y es una de las más grandes de Martinborough, produciendo aproximadamente 400.000 botellas de dos etiquetas de Sauvignon Blanc, una de Riesling, una de Chardonnay, tres etiquetas de Pinot Noir y dos etiquetas de Pinot Gris. Su primera añada en el mercado data de 1989 y hoy en día tienen en el mercado su marca principal, Palliser Estate y Pencarrow, que actúa como segunda marca. De otro nivel es el  Pinot Noir seleccionado de entre las mejores barricas, que llevan el nombre de alguno de los perros de los empleados de la bodega: Great Harry, Great Marco , Great Bear o Great Walter. Cultivan 85 hectáreas, todo en ecológico (como más del 90% del viñedo neozelandés), con cubierta vegetal natural. En algunos de los viñedos son las ovejas las que siegan la cubierta a la vez que "abonan" el terreno. Allan Johnson y Pip Goodwin están al cargo de la elaboración y de un magnífico equipo, uno de los puntales de la empresa. Fermentación espontánea para la Pinot Noir en acero inoxidable (menos del 5% de racimo entero) y para la Chardonnay, fermentada en barrica usada. 





Para finalizar y por si alguien le pica la curiosidad: Ata Rangi y Palliser los distribuye en España Meddis, mientras que creo que Vila Viniteca tiene algo de Dry River y también de Ata Rangi.