viernes, 15 de octubre de 2010

Los reyes son los reyes

Habíamos abierto una botella de mi vino preferido. Aunque es una práctica legal y ellos lo admiten (al contrario de otras afamadas bodegas que lo utilizan pero no lo hacen público), yo no lo sabía hasta que en la segunda copa me lo dijeron: "esta bodega usa ósmosis inversa".
Y para mi, que he defendido siempre la identidad de un vino sin maquillaje, sin quimica, sin adorno, esa frase fue como el día en el que a un niño le dicen realmente quién le trae los regalos de navidad. Yo no recuerdo ese día, quizá porque me fui dando cuenta poco a poco, pero sí recordaré siempre el día en que descubrí que mi vino favorito, ese por el cual creí que había hecho este viaje, usaba ósmosis inversa.
La conversación derivó en qué pretendía hacer yo. En si buscar un vino auténtico (auténtico en mi modo de entenderlo) era posible o no. "Eres un utópico", me dijeron.
Como si ser utópico tuviese algo de malo.
Ayer, ahora y siempre, viva la utopia.

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