lunes, 27 de diciembre de 2010

Beber recuerdos

Cuando una etapa se acaba ya no te acuerdas de los nervios y las dudas que tenías antes de comenzarla. Simplemente sientes pena por lo que has dejado atrás, hasta que los nervios y las dudas del nuevo proyecto se hagan dueños de la situación.
Los nervios de Nueva Zelanda todavía no han vencido a la pena de dejar el Médoc.


Llegué con calor, con el verde de las hojas del viñedo y las uvas a punto de estar maduras y lo dejé bajo la niebla con el viñedo completamente marrón.


Y ya en España uno sigue echando de menos una habitación con vistas a un viñedo, entre cuyo techo y el tejado vivía un buho que me despertaba por las noches. Un perro con nombre de vino que me acompañaba a todos lados. Un bosque que me abrazó y me hizo sentirme como en casa.
Uno a veces vive entre la nostalgia de lo que perdió y la ilusión de lo que está por venir. Pero pocas veces en el presente. El presente ahoga. Puede parecer paradójico para alguien, como yo, que decidió no intentar racionalizar todo lo que le sucede, sino disfrutar de las sensaciones. Pero esas sensaciones son tan efímeras que a uno le gustaría atraparlas, conservarlas, embotellarlas, y tiempo después, poder descorchar una botella y liberar todos los recuerdos y sensaciones de aquella vendimia en el Médoc. O de aquel café y aquella despedida en la estación.
Poder beber recuerdos del pasado y sentirlos de nuevo como si todo hubiese sucedido ayer. Porque eso es, al final, abrir una botella de toda bodega donde hayas elaborado un vino.
Porque eso es, al final, volver a quedar con ella tantos años después.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Dicen soy enólogo

Recuerdo perfectamente el día y el lugar.
No podía ser otro sitio que un restaurante mexicano. Le conté que había encontrado algo que me apasionaba y noté que se alegraba por mi. Me animó. Yo estaba empezando y cualquier aliento era poco. Y el suyo era un ánimo tan grande que podías sentir que no había imposibles.
Quería verle estos días de su vuelta a España y decirle que ya acabé los estudios. Que dicen soy enólogo. Que al parecer no se me da del todo mal. Que tengo mil ideas y mil retos por delante. Me imagino que se sentiría orgulloso de mi y me seguiría animando. Y brindaríamos con un reposado y se oiría un "viva México cabrones".
Pero el cabrón se nos ha ido y no he podido darle las gracias por aquel apoyo.
Muchas gracias Memo. Te debo un abrazo.

martes, 23 de noviembre de 2010

Pseudociencia y la patraña de lo biodinámico

Asistí esta tarde a una magnífica conferencia sobre la imposible convivencia entre ciencia y religión. Uno podría pensar que es un debate zanjado, pero la irracionalidad y la fe siguen siendo fuertes. Diseño inteligente lo llaman ahora. Y mientras el conferenciante hablaba del método científico, de la duda, de la investigación, la demostración, la objetividad, yo recordaba la entrada de la homeopatía en la universidad con cátedra y todo y a una ministra de sanidad con pulsera mágica.
Me acordaba también de las viñas, claro. Y del gran fraude disfrazado de filosofía, pseudociencia y misticismo que es el biodinamismo.
Y no puedo parar de repetir: el biodinamismo es un fraude, lo biodinámico es una patraña, biodynamics is a hoax.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Virtuosismo vacío

Desconfio de la perfección. Del virtuosismo. Del blanco nuclear y de las camisas impecablemente planchadas. De las mujeres de portada retocadas hasta el límite.
Ayer tocaron en Madrid Arcade Fire. Las críticas les encumbran, pero yo por mucho que lo intento no consigo conectar con su música. Tanta perfección me aburre. Prefiero los defectos que denotan personalidad a la perfección vacía. Añoro aquellos Suaves de los primeros discos que sonaban a hojalata pero tenían todo el alma del mundo.
Con los vinos me sucede lo mismo. Tras tanta perfección solo encuentro el vacío. Alión y Alonso del Yerro me vienen a la mente. Organolépticamente soberbios, carentes de alma.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Icebreaker

No sé dónde leí hace poco que había o debería haber un vino llamado icebraker, porque al final el vino es eso, un acompañante para romper el hielo de una conversación. Para que gente que, se conozcan o no, tengan algo en común de lo que empezar a hablar, y tras ese comienzo, la botella pase a un segundo plano y la conversación prosiga. Conversación sobre vino, sobre el país, sobre el amor o sobre la vida. En el mismo sentido se refería Alejandro Dumas cuando decía que lo mejor de un buen vino era abrirlo con unos amigos, servirse, llevarse la copa a la nariz, olerlo y pasarse el resto de la noche hablando. Ni siquiera mencionaba beberlo.
Yo no concibo beber vino a solas, sin una conversación que lo acompañe. El vino como excusa pero siempre en segundo plano.
Siempre que me ha tocado dar un curso de cata he comenzado con un discurso similar a este. Esta mañana también, con mayor razón. Yo dando un cursillo rápido de cata para militares en una base militar. Lo único en común entre ellos y yo era eso: el vino.
La conversación, las bromas y el buen humor prosiguió hasta que nos despedimos después de que me invitasen a comer.
El vino como unión. Si quieres romper el hielo, abre una botella de vino. Abrirás un momento que merecerá la pena ser compartido.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Lluvia que empapa

Llueve de nuevo en el Medoc. Llueve tímidamente, como si no quisiera molestar. Llueve sin hacer ruido, pero sin pausa. Lluvia que empapa.
No ese tipo de lluvia que te atrapa sin avisar, que llega en tromba acompañada de mucho aire, que azota las ramas de los árboles, que hace volar las hojas de un lado para otro. Esa lluvia torrencial que se hace dueña de todo durante un rato, pero que al cabo de unos minutos ya no recuerdas. Esa lluvia que agronómicamente es poco efectiva debido a la escorrentía. Como aquellas personas que al entrar en una fiesta quieren convertirse de buenas a primeras en los protagonistas, pero que nadie se acuerda de llamar para la siguiente fiesta.
Pero esta lluvia que cae en el Medoc es distinta. Es una lluvia que días después sigue estando presente en la tierra húmeda. Es como esos amigos a los que un día conoces y poco a poco, sin hacer ruido entran en tu vida y al cabo de un tiempo te das cuenta de que llegaron para quedarse.
No sé si me estoy liando.
En realidad sólo quería felicitar un cumpleaños.

martes, 19 de octubre de 2010

Añadas

I like to think about the life of wine. How it's a living thing. I like to think about what was going on the year the grapes were growing; how the sun was shining; if it rained. I like to think about all the people who tended and picked the grapes. And if it's an old wine, how many of them must be dead by now. I like how wine continues to evolve, like if I opened a bottle of wine today it would taste different than if I'd opened it on any other day, because a bottle of wine is actually alive. And it's constantly evolving and gaining complexity. That is, until it peaks, like your '61. And then it begins its steady, inevitable decline. And it tastes so fucking good.
Una botella de vino, al ser abierta, se convierte en la historia de una región, de un clima, de un suelo, de la gente que cultivó ese viñedo, de los que elaboraron ese vino y de las inclemencias del tiempo de ese año. Es un cuento que empieza con el famoso "hace mucho tiempo..." y que acaba en tu copa.  Es un relato de la gente que participó en él y de lo que vivieron durante el año de esa añada. El frío del invierno, la poda, la primavera, el desborre, los lloros (sí, sí, las viñas tambien lloran una vez al año, y como  para las personas, esos lloros son como un punto de inflexión y todo comienza a rebrotar), las lluvias, la floración... todo lo que ocurrió ese año queda reflejado en el vino final. Puede ocurrir, también, que quienes intervienen en ese vino no sean los mismos de un año para otro. Por eso una añada es diferente de otra. Porque los años, para la vid y para nosotros, no siempre son iguales.  Todo cuenta. Todo nos lo cuenta el vino cuando lo catamos, como una persona que hace balance al final del año.
En definitiva hay añadas mejores y añadas peores. Y contaba esto porque hoy es mi cumpleaños y quería agradecer a todos los que participaron de esta añada, que ha sido magnífica. Vosotros sabeis quiénes sois.
Un beso a todos.

domingo, 17 de octubre de 2010

Puntuaciones numéricas

A veces necesitamos las palabras de otros para arrastrar a las nuestras. Decía Teobaldo Capellano, en las contraetiquetas de sus vinos:
“A las guias de vino, hablando humildemente: En 1983 le pedí al periodista Sheldon Wasserman que no publicara puntuaciones de mis vinos. No solamente no publicó puntuaciones en su libro Italy’s Noble Red Wines, sino que también escribió que yo le había pedido que no me incluyera en ninguna ‘clasificación’ en la que la comparación se hace en términos numéricos divisivos, en vez de expresar una labor humana compartida. No he cambiado de parecer: Mi pequeña finca, que produce sólo 20,000 botellas de vino, sólo interesa a un pequeño número de clientes-amigos. Creo en la libertad de información, aún cuando se trate de juicios negativos. Pienso en mis colinas como un territorio anárquico, sin inquisidores ni facciones opositoras, cuya riqueza inherente se ve estimulada por crítica pensante y severos. Busco una comunidad que sea capaz de expresar solidaridad, aún con aquellos que no hayan sido bien compensados por la Madre Naturaleza.”
Cada día estoy más convencido de que calificar un vino con un baremo numérico es absurdo. La cata no es objetiva de ninguna manera. Uno valora un vino dependiendo del momento, de la compañia, de su estado de ánimo, de sus propios gustos, de los lazos sentimentales que su experiencia le ligue a algún vino o región. Al final no son más que opiniones, totalmente discutibles, que te obligan a decir que un vino te gusta más que otro, pero de ninguna manera te posibilita decir que un vino es mejor que otro.
Al final, las valoraciones de un vino son como las afirmaciones que publico en este blog. Son mis opiniones, totalmente discutibles. Dicen que soy demasiado categórico. Que lanzo opiniones como si no admitiesen discusión. Pero es que de mí dicen tantas cosas... al final aquí hablo de mis gustos, mis sensaciones, mi historia, mi pasado y mi esperanza en el futuro. O de mis angustias, mis expereriencias, mis lágrimas y mi miedo en el futuro.
Al final hablo de mí con el vino de trasfondo. Y sobre ese tema, en mi casa, no hay discusión posible.

viernes, 15 de octubre de 2010

Los reyes son los reyes

Habíamos abierto una botella de mi vino preferido. Aunque es una práctica legal y ellos lo admiten (al contrario de otras afamadas bodegas que lo utilizan pero no lo hacen público), yo no lo sabía hasta que en la segunda copa me lo dijeron: "esta bodega usa ósmosis inversa".
Y para mi, que he defendido siempre la identidad de un vino sin maquillaje, sin quimica, sin adorno, esa frase fue como el día en el que a un niño le dicen realmente quién le trae los regalos de navidad. Yo no recuerdo ese día, quizá porque me fui dando cuenta poco a poco, pero sí recordaré siempre el día en que descubrí que mi vino favorito, ese por el cual creí que había hecho este viaje, usaba ósmosis inversa.
La conversación derivó en qué pretendía hacer yo. En si buscar un vino auténtico (auténtico en mi modo de entenderlo) era posible o no. "Eres un utópico", me dijeron.
Como si ser utópico tuviese algo de malo.
Ayer, ahora y siempre, viva la utopia.

domingo, 10 de octubre de 2010

Preguntas, nombres y etiquetas

Me llamo Tao. (Así de simple o así de complicado). ¿Es un mote? ¿Cuál es tu nombre verdadero? ¿Es una abreviatura? ¿De dónde viene? ¿Por qué te lo pusieron?
Tener que explicar por qué me llamo Tao cada vez que me presentan a alguien puede ser uno de los motivos por los que ahora no me gusta dar explicaciones de nada. O quizá no tenga nada que ver. Lo que está claro es que si no me lo preguntan al ser presentados, me lo preguntan años después. Todos acaban preguntando pero por lo menos algunos se toman su tiempo.
Hay gente, que de igual modo pretende saber todo de un vino leyendo la etiqueta. Que le abordan y le interrogan antes incluso de descorcharlo. Que pretenden que la etiqueta y su nombre les digan todo lo que hay en el interior de la botella.
Al vino, como a las personas que quieres conocer, hay que acercarse con calma. Todo lleva su tiempo. Hay que catarlo despacio, sentirlo, mecerte en las sensaciones que te produzca, escuchar mucho y preguntar poco. Dejar que poco a poco te hable, te explique, lo sientas, le entiendas. Que tranquilamente, sorbo a sorbo, conversación a conversación, comprendas su historia. De dónde viene, por qué es como es, y a dónde va.
No quieras saberlo todo en el primer apretón de manos. Comprender y conocer un vino a una persona necesita su tiempo. Ten paciencia.

jueves, 7 de octubre de 2010

La vid es inmortal

Tengo un amigo, al que cariñosamente llamo talibán de la viña, que afirma, mitad en serio mitad en tono provocador, que la vid es inmortal. Evidentemente es exagerar mucho, pero en cierta manera, ya que nos va a sobrevivir a nosotros mismos, con respecto a nosotros es inmortal. Cuando no seamos ya, las vides que plantemos o cultivemos seguirán aquí.
Puede que mueran, claro. Que enfermen, que veamos sus síntomas y las veamos morir. Generalmente poco a poco. Que sepamos de qué están muriendo y no podamos hacer nada.
En cierta manera, cuando te enfrentas a la muerte es mejor saber por qué y cuándo. Poder mirarla a los ojos y comprender que nosotros, al contrario que las vides, somos mortales.
Porque cuando alguien se va repentinamente y sin aviso, o peor aún, cuando alguien decide marcharse sin previo aviso y sin causa aparente, las interrogantes que deja a veces son peores que la propia muerte.
Que en paz descanses, L.

viernes, 1 de octubre de 2010

Tierra, palabras y hechos

Era una noche estrellada y volvimos a hacer barbacoa en la calle. Brindabamos por la vendimia del 2010 y hablabamos de todo un poco, de lo bonito que estaba el cielo, de España, de la mostaza francesa, del Medoc, de Saint Emillion. Del cielo de nuevo. Al final el vino no es más que una excusa que da pie a hablar de muchas otras cosas. El vino es una entradilla, un pie, un acompañante pero no el protagonista de una cena.
Desde la ciudad no se ven tantas estrellas, pero esto está lejos de cualquier sitio.
Le pregunté por qué se habían venido al centro de ningún sitio a vivir. "Porque la tierra es buena. El vino está en el viñedo y buscaba un buen suelo. Los franceses buscamos el terroir".
Decidió irse al centro de nada porque el suelo es bueno para el viñedo. Para hacer buen vino se necesita buena uva, y para una buena uva se necesita un buen viñedo.
Al final hay que tener bien claro qué es lo importante. A la hora de hacer vino y en la vida. Son los medios los que justifican el fin.
De nada sirve un buen enólogo si no tiene una buena uva. De nada sirven las palabras si no se acompañan de hechos.
Hace tiempo que ya no creo en las palabras. Que no doy explicaciones ni necesito que me las den. Lo malo es que de momento no soy demasiado bueno demostrando las cosas por los hechos.
Pero tengo claro que para hacer buen vino lo importante es empezar por un buen suelo. Lo que es importante y lo que no.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Llueve en el Medoc

"A la pregunta ¿ahora qué?, la respuesta: solo queda el caminar. Y taparse la cara nunca, mirar al frente y seguir aunque sea llorando".
Pensabamos vendimiar una parcela de Merlot este lunes. Ha sido un verano muy seco y en esa parcela la sequía se ha notado más. La planta estaba casi bloqueada. Si no iba para adelante, es mejor no dejar que vaya para detrás. Necesitabamos un poco de lluvia. Y hoy ha llovido. Así que la vendimia se retrasa para ver si la planta reacciona y yo, que iba a pasar esta semana aquí, preparo la mochila y me marcho para la otra bodega. Allí la fiesta ya empezó.
Necesitabamos lluvia y llovió. Si no hubiese llovido, no habría pasado nada. Por muy controlado que lo tengas todo, al final acabas haciendo el vino que el año decide. No puedes luchar contra la metereología. No vas a quedarte parado llorando lo que querías que fuese y no fue. A veces decide llover, otras no. No pasa nada, nosotros seguimos.
Porque la vida puede ser una suma de muchos pudo ser y no fue. Y nosotros no nos vamos a quedar parados por ello. "Solo queda el caminar".

jueves, 23 de septiembre de 2010

Dreamers with empty hands

Dreamers with empty hads
May sigh for exotic lands
It's autumn in New York
It's good to live it again
El lunes pasado llegaron unos turistas a la bodega, con los que pude catar un par de vinos. Eran argentinos residentes en Nueva York, y me preguntaron qué hacía allí y qué planes tenía.
- Así que has decidido ir de continente en continente, de norte a sur, de sur a norte. Como los surfistas buscando una ola.
Así que he decidido ir de continente en continente, de norte a sur, de sur a norte, buscando el otoño.
Buscando el paso del verde al ocre.  

jueves, 16 de septiembre de 2010

Tragarme mis palabras

Defiendo desde hace poco tiempo, pero con tenacidad, los vinos sin adornos, sin maquillaje. Encontrar el alma de un vino y saber qué hay detrás. Por eso defiendo los vinos que se elaboran respetando la materia prima. Sin aditivos, sin el uso de levaduras comerciales, sin tanizar, sin sembrar bacterias y sin usar enzimas.
Si están hechos utilizando algo de eso, no me interesan, no tienen alma y poco más hay que discutir.
Pero resulta que a veces, solo unas pocas veces, al quitarse el maquillaje la chica de la noche anterior sigue estando radiante. O escarbando un poco detrás de la soberbia y chulería de algún amigo, se puede encontrar un poco de ternura.
Así que aquí estoy. Preparando la bodega para la vendimia que empezará alrededor del 27. A punto de tragarme mi filosofía y utilizar todo tipo de aditivos. Porque aquí los vinos, por mucha levadura comercial que se utilice tienen un alma jodidamente grande.
Porque a veces, más que lo que se utiliza para hacer algo, importa el alma que se le pone al hacerlo. Y de eso andan sobrados.

lunes, 16 de agosto de 2010



Mirabamos la bodega del restaurante en una pausa de la comida. Yo señalé una botella.

- No lo he probado aún.
- ¿No?, respondió.  Pues yo es la botella que bebo cuando quiero sentir que vuelvo a casa. Es el sabor del hogar.
- Yo nunca tengo la sensación de volver a casa, dije.

Este es un viaje en búsqueda de un vino cuyo sabor me recuerde a mi hogar. Y la búsqueda de un lugar donde volver, donde su vino y yo nos pertenezcamos mutuamente.

Aquí empieza.