jueves, 24 de julio de 2014

Bebiendo libros: The Botanist and the Vintner



Descubrí este libro en la bibliografía de otro y me quedé prendado de su título y de su más poético subtítulo (how wine was saved for the world) y sobre todo de su temática. Sobre la llegada de la Phylloxera a España se ha escrito mucho, pero no tenía hasta ahora ningún libro dedicado exclusivamente a la materia. Algo tan importante en la historia de la viticultura mundial.






Y el libro es fabuloso, con una documentación abrumadora que a ratos lo hace un poco pesado y duro (su único defecto). A lo largo del libro Christy Campbell explica cómo llegó la Phylloxera a Europa, documentando los primeros focos de la infección y las personas implicadas en la importación de vides americanas contaminadas y cómo la comunidad científica reaccionó ante las primeros síntomas del desastre. Explicaciones que ahora se pueden ver ridículas y propuestas para combatirlo estrambóticas que solo se entienden desde el desconcierto que produce lo desconocido. Se podría utilizar un enfoque similar al formulado por Kuhn para entender que en cualquier momento histórico las teorías científicas formuladas están influenciadas por su contexto histórico, filosófico o religioso y la dificultad de un cambio de paradigma para explicar lo que se escapa a la explicación de los paradigmas antiguos.
Una vez consensuado el origen del problema, no sin dificultad debido al complicado ciclo biológico del insecto (con una forma sexual raramente observada en Europa y una forma partenogenética con descendencia de tendencia radicícola), la segunda parte del libro se centra en la búsqueda de soluciones para controlar la plaga. Un debate entre sulfuristas (partidarios de la lucha química) y americanistas (defensores del uso de vides americanas, tanto como productores directos como portainjertos).
El debate y la lucha entre los partidarios de ambos métodos es una de las partes más interesantes del libro. La ventaja de los sulfuristas fue mucha y duró casi diez años, fundamentalmente porque los científicos de más prestigio dedicados al tema eran químicos, y cada uno se siente más cómodo con lo que mejor conoce. También por la presión de los negocios montados bajo la necesidad de estos tratamientos químicos, aunque negocios hubo de muchos tipos: importación ilegal de vides americanas, adulteración de vino, importación de vino...
Entre estos dos métodos de lucha contra la plaga también había una gran diferencia entre las distintas zonas de Francia. Las zonas más pobres, o mejor dicho, donde el vino se vendía más barato, como el Languedoc-Roussillon, el tratamiento químico era demasiado caro para ser rentable, y el cultivo se abandonaba, mientras que en Burdeos y Borgoña muchos propietarios siguieron usando este remedio hasta pasada la fecha en la que el injerto se demostró como la mejor solución. Solución que no acabó con los problemas. La viticultura había cambiado definitivamente, el cultivo se hizo más caro (tratamientos como contra el mildium y el oídio antes inexistentes), replantaciones orientadas al uso de maquinaria y cambios en el mapa de variedades tras la replantación. Un mundo vitícola nuevo pero no solucionado aún. Todavía quedaba hacer viables económicamente algunas zonas de Francia. El ejemplo es la crisis de 1907 en el Roussillon, donde liderados por Marcelin Albert, la población se rebeló contra el gobierno tras el hundimiento de los precios del vino debido a la sobreproducción (los productores intentaban producir más para poder hacer frente a los créditos contraídos durante los años de la phylloxera) y a la competencia de vino artificial elaborado a base de azúcar, agua y colorante o uvas pasas. Bajo los lemas de "el vino de la uva y el pan del trigo", "el azúcar para el café y el agua para el canal" o "satisfacción o revolución", la revuelta fue de tal calibre que tuvo que intervenir el ejército. Malestar que reflejaba los 40 años de crisis en los que llevaba inmerso el vino francés desde la aparición de los primeros focos de infección.
Un libro por lo tanto extenso y completo, con mucha materia para el estudio y la reflexión que acaba con un pequeño recuerdo de los focos de phylloxera en California a finales del siglo XX y las investigaciones en base a vides genéticamente modificadas de las últimas décadas.
Una obra apasionante y clave para entener un momento que cambió la viticultura mundial y para reconocer la labor de personas como Jules Planchon, Camille Saintpierre, Jean Baptiste Dumas, Alexis Millardet o JL Berlandieri entre otros muchos.