lunes, 17 de diciembre de 2012

Bebiendo libros o leyendo vinos: Los Ignorantes

Explicar algo en pocas palabras es mucho más difícil que elaborar largos tratados sobre ello. La sencillez en un argumento se agradece cuando ves que alguien pone en dos frases aquello en lo que a veces no consigues hacerte entender.
Eso ocurre con este maravillos cómic, Los Ignorantes, de Étienee Davodeau.





Dos personajes, uno Étienne Davodeau, el autor del cómic. El otro Richard Leroy, viticultor. Ninguno de ellos sabe nada del oficio del otro. Juntos beberán vinos y leerán cómics y aprenderán del otro, encontrando puntos de unión entre el cómic y los vinos.

Sin artificios ni maquillaje. La sencillez en los diálogos, que no en los mensajes, como en una viñeta donde hablan de los vinos "bio" y su negativa a que aparezca así descrito en las etiquetas de las botellas:
Porque me niego a que lo biológico sea un criterio comercial para mis vinos... quiero que la gente se acerque a mis vinos únicamente porque les gustan.
O aquella en la que hablan de Robert Parker:
Es complicado, Parker no es ningún imbécil y sabe catar con criterio, al menos en algunas regiones. Lo que aprecio de él es su cultura mundial del vino y su desconfianza hacia "lo típico".  "Lo típico" de una región donde se hace un vino malo se convierte en el sabor de esos vinos, que acaban definiendo la región. Antes de que llegara Parker, la región de Burdeos despreciaba a los catadores, pero llegó él con sus notas y resultó claro, sencillo, ¡el mercado americano lo adoptó! Entonces muchos se pusieron a trabajar duro par adaptarse al gusto de Parker.. quizás el problema no sea él... sino su supremacía. En cambio, me opongo por completo a ese sistema de notas. Quizás resulte fácil de leer, ¡pero no es nada sutil! La tierra, la uva, la metereología del año, el trabajo del viticultor... ¡todo eso desaparece! Joder, ¡una botella de vino no se puede puntuar como si fuera un examen de mates!

No hay emoción, ni aventura, ni héroes, pero es una historia maravillosa que destila amor por el vino desde su primera línea. Una historia del día a día, que empieza en la poda y acaba tras el ajetreo de la vendimia. 

Porque en el fondo, no hay mayor aventura que el día a día.