viernes, 4 de marzo de 2011

El ingrato placer de aconsejar vinos

Recupero algo que escribí hace un tiempo ya. Nota mental: Tao, te dije que ese libro no .
Entonces tú estudias eso de los vinos, ¿no?, necesito comprar vino y no sé cuál . ¿Me puedes recomendar alguno?
- ¿ein?

La excusa puede ser cualquier cosa, un vino para llevarle al novio, un regalo para la familia, o con acento granadino, un regalo para el padre:

- ¿Me das tu número? Te voy a ser sincera, sólo te quiero para que me ayudes a comprar un vino a mi padre el día de su cumpleaños.
- ¿ein?


Una recomendación es una responsabilidad a la que no habría que someter a nadie. Al final, lo que somos se reduce a lo que nos gusta. Película, libro, canción o vino. Nuestras preferencias hablan por nosotros. Y una recomendación no correspondida hace que en el fondo, sintamos que no es el vino el que no ha gustado, somos nosotros mismos.
Pero qué demonios. Vale la pena pasar ese mal rato si con la excusa de la recomendación quedamos con la granadina. Tampoco vamos a decir que no.

Cambio climático

And the man next to me said 'Everything is gonna be alright'.
I said 'Nothing is gonna be alright, but thank you anyway'.*
Recuerdo un día en que discutíamos en clase de "genética y mejora de la vid" la opción de utilizar Organismos Genéticamente Modificados. Alguien esgrimió el argumento del cambio climático. Si el clima cambia, podemos necesitar variedades mejor adaptadas. El viejo argumento de querer hacer un vino contranatura. Hacemos el vino que la naturaleza nos brinda. Hacemos un vino que es el resultado de un suelo, un clima, un microclima, una planta y el trabajo de las personas. Si el clima cambia, ya veremos qué hacer. Trabajar y trabajar.
Porque en peores situaciones hemos estado. Hemos sido capaces de cultivar más allá de los límites geográficos a priori admisibles. Hemos aterrazado pendientes imposibles.


Hemos convertido desiertos en viñedos. Y cuando la filoxera asoló el viñedo europeo, encontramos la solución y empezamos de cero.

"No te voy a decir que no pasa nada, Tao, porque sí que pasa". Me lo dijo ayer un buen amigo. Pasa, y mucho. Pasa que en peores hemos estado y siempre hemos salido. "Seguro que tienes otros planes, siempre andas metido en algo" me decía hace un rato otra amiga. Pasa que no. Que no tengo alternativas. Pasa que no sé si hacer mías (otra vez) las palabras de Aleksandar Ilié y tomarme la vida con más calma, porque al final, hay muchas maneras de ser feliz y puede ser un error buscar la más complicada:
En el sentido global de cualquier contexto temporal, igual que el rápido, el lento pretende ganar tiempo. Parece que predomina la opinión de que el rápido tiene más éxito en ello, cosa que cuestiono lentamente.
O pasa que no sé si abrir una botella de Leoville Las Cases y mandar todo a tomar por culo. Y brindar por otro pudo ser y no fue. Porque creo que ya no me siento con fuerzas para volver otra puta vez a hacer planes y a empezar de cero.